Hace muchos siglos los árabes conocían un compuesto que se conocía como altutiyá y que se utilizaba para enfermedades de los ojos. Con el paso del tiempo y ante la falta de remedios de la época, la ‘altutiyá’ empezó a ser utilizada para otras cosas y al final se convirtió en el típico remedio universal que posiblemente no sirviera para nada. En épocas posteriores el vocablo árabe se transformo en el castellano atutía.
Tan famoso fue este remedio que cuando algo no se podía curar con nada, por mucho que se intentara, se empezó a decir ‘no hay atutía’ que cure esto o lo otro. Al final bastaba decir ‘no hay atutía’, para dejar claro que el asunto no tenía remedio, y finalmente la frase empezó a pronunciarse por deformación como ‘no hay tu tía’.
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Uno de los nuevos récord que incluyeron en la edición de 2005 del Libro Guinnes es del experimento más largo jamás realizado. Lo posee la prestigiosa Universidad de Queensland en Australia, que inició un experimento en 1930 y no sólo no ha terminado sino que puede que le queden aún otros cien años para darlo por concluido. En concreto, el experimento se llama gota de alquitrán.
Para demostrar la extrema viscosidad del alquitrán, que es cien mil millones de veces mayor que la del agua, colocaron en 1930 un recipiente de cristal con alquitrán con forma de embudo. Posteriormente, cortaron el extremo del embudo para dejar libre al alquitrán, goteando.
Pues bien, en el año 2000, después de 70 años, aún cayó ¡la octava gota! Y comentan en medios especializados que todavía queda goteo de alquitrán para otros 100 años antes de que quede vacío el embudo…
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Joseph Pilates, era un chico débil en el Dusseldorf de finales del siglo XIX, padecía varias dolencias entre ellas una que le limitaba mucho como era el asma. Pero tenía un espíritu luchador y decidió hacer un intenso ejercicio físico para reforzar su cuerpo, además como siempre pensó en aquello de “mens sana in corpore sano”, practicó disciplinas que combinaban mente y cuerpo como el yoga. Como había estudiado ingeniería, poco a poco se fue creando sus propios aparatos y estudiando sus tablas, hasta tener su propio método.
En esencia, el método cuenta con 34 movimientos. Tiene ejercicios en el suelo y también con aparatos. Estos últimos los creo el mismo Pilates como les comentaba y tienen nombres muy divertidos como la Silla Wunda o el Cadillac. Fue detenido durante la I Guerra Mundial en Inglaterra por donde casualmente andaba ya que trabajaba en un circo e internado en un campo de prisioneros. Cuando terminó la guerra se sorprendió cuando el propio Kaiser, que había oído hablar de su método, le propuso que fuera el entrenador de una serie de departamentos de espías del gobierno, lo que a Pilates no le gustó nada por lo que terminó por emigrar a EEUU donde su método tuvo un éxito no muy grande. Sin embargo curiosamente ahora se está poniendo de moda
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Según narra el profesor Arsuaga (paleontólogo prestigioso por su trabajo en Atapuerca), en plena II Guerra Mundial cuando el Afrika Korps alemán arrollaba en el Norte de África a las fuerzas aliadas, estas últimas decidieron que para frenar al menos un poco su avance iban a minar determinadas zonas de paso clave. Pero se encontraron con que los alemanes eran muy hábiles detectando los campos minados y procediendo a su desactivación, por lo que el avance seguía imparable sin que las minas supusieran demasiados retrasos.
El servicio secreto británico se dirigió entonces a un antropólogo americano destinado en Tánger que había excavado en 1939 para el Museo Peabody de Harvard, pero al mismo tiempo que excavaba montó una emisora de radio por medio de la cual informaba a los ingleses de las actividades de los nazis. Es decir, era un científico bastante al tanto del espionaje, su nombre era Carleton S. Coon.
El servicio secreto pensó que lo mejor para que no detectaran las minas con tanta facilidad era fabricarlas con la misma forma de una piedra y así camuflarlas por los caminos, pero al científico se le ocurrió otra cosa mejor: lo mejor era camuflar las minas con el mismo aspecto de un excremento de camello tan frecuente en la zona. La idea era genial, había tantas mierdas de camello por todo el entorno que si los alemanes se entretenían en revisarlas una a una su avance sí se retrasaría, que era lo que querían los ingleses, y si no lo hacían corrían un grave peligro pues siempre estarían con la espada de Damocles sobre sus cabezas. Según cuenta el profesor Arsuaga, varios excrementos de camello “modelo” se fueron a Londres en el interior de una valija diplomática para que sirvieran en el proceso de fabricación de las minas camufladas.
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El participio activo del verbo atacar, es atacante;
el de salir, es saliente;
el de cantar, es cantante;
el de existir, existente.
¿Cuál es el participio activo del verbo ser?
El participio activo del verbo ser, es ‘el ente’. ¿Qué es el ente?
Quiere decir que tiene…entidad.
Por ese motivo, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se le agrega al final ‘-nte’.
Por lo tanto, independientemente del sexo que esa persona tenga,
Se dice capilla ardiente, no ardienta; se dice estudiante, no estudianta;
se dice paciente, no pacienta;
se dice dirigente y no dirigenta.
Nuestros políticos (y muchos periodistas) no sólo hacen un mal uso del lenguaje por motivos ideológicos, sino por ignorancia de la gramática de la lengua castellana.
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