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El 1 de febrero de 1908 varios pistoleros atentaron contra la vida del rey Carlos I y el príncipe heredero Luis Felipe de Portugal. Poco tiempo después moría el rey Carlos I, por lo que el rey pasaba a ser su hijo, que a su vez, víctima de sus heridas en el atentado, moría 20 minutos después, tomando el trono el infante Manuel que reinaría bajo el nombre de Manuel II. Este brevísimo reinado de poco más de un cuarto de hora está registrado infaustamente como el reinado más corto de la historia.

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El término “cisne negro” proviene de la antigua concepción y convencimiento, en el Viejo Mundo, de que todos los cisnes eran blancos. Se tomaba como una creencia irrefutable ya que las pruebas empíricas, hasta ese momento, la confirmaban en su totalidad. Pero he aquí que se descubre en Australia que también existen cisnes negros (siglo XVII) y este hecho es el que da pie al señor Taleb para reseñar la extrema limitación de nuestro aprendizaje a partir de la observación o la experiencia y la fragilidad de nuestro conocimiento. Una única observación puede invalidar asertos procedentes de centurias de muestreos confirmatorios. El cisne negro se trata de una metáfora para los sucesos transcendentales altamente improbables.

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Aquel 10 de mayo de 1940 empezaba el principio del fin para Francia. La maquinaria nazi alemana había caído sobre ellos sin piedad. La altivez francesa pensó que podrían hacerle frente al gigante alemán, pero éstos no tuvieron ningún obstáculo para desde el Mosa atacar París. Fueron apenas 5 días, desde el 5 al 10 de Junio los que tardaron las tropas alemanas en entrar en la capital de Francia.
En Tours se comenzó a negociar la rendición. Apenas una semana después el mariscal Petain pidió por radio que los franceses depusieran las armas y reconocieran el triunfo alemán, en lo que se consideró como una traición nacional. El 14 de junio de 1940 los periódicos nacionales de todo el mundo publicaron la noticia: “París ha caído“.
El 22 de junio se le presentó al gobierno francés la Capitulación en el bosque de Campaigne, pero antes incluso de que la devolvieran firmada, Adolf Hitler se permitió el lujo de recorrer la capital en un flamante Mercedes. Los Campos Elíseos, la Ópera Garnier, la Sacre Coeur, la tumba de Napoleón, el Arco del Triunfo y finalmente la Torre Eiffel. Hitler estaba en París.

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Luis XVI fue un hombre débil y frívolo, que acabó en la guillotina el 21 de enero de 1793 tras un sin fin de intrigas. Muchos historiadores lo toman como ejemplo de rey poderoso, encerrado en su torre de marfil, que deja de enterarse de nada de lo que sucede a su alrededor, llegando a estar en el epicentro del terremoto sin saberlo. Cuentan que el día clave, el 14 de julio de 1789, tras la toma de La Bastilla, el rey escribió en su diario una histórica frase: ‘Hoy no ha pasado nada’…
Tampoco su nieto. Luis XVI, era demasiado listo: Los cortesanos le dijeron que había un adivino que había hecho profecías asombrosas. El rey, convencido de que era un fraude, le hizo llamar. Antes de que llegara le dijo a uno de sus soldados que cuando él lo ordenara se lo llevara detenido para ejecutarlo.
El adivino entró en la Cámara real muy receloso, pues había escuchado rumores. Luis XVI le preguntó: ¿cuántos años vas a vivir? El rey tenía claro que no iba a vivir ningún año, sino cinco minutos, pero lo que no se podía esperar era la respuesta del adivino: ‘Mi muerte llegará exactamente dos días antes que la de su majestad’.
El adivino se procuró un seguro de vida a todo riesgo. El Rey por si acaso le dejó partir anulando su ejecución.
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El 16 de agosto de 1977, además de hacer un calor horroroso en Menphis, sucedió algo que conmocionaría a millones de personas en todo el mundo, ya que ese día fallecía el que fue considerado como “el rey del rock and roll”, uno de los cantantes más famosos de la historia. Y es que con su prodigiosa voz, supo llevar su música a todos los rincones del planeta.
Pero hoy en día muchos norteamericanos siguen insistiendo que Elvis no murió aquel día y que todo fue una falsa muerte preparada para salvarle la vida en el camino cuesta abajo que había emprendido por la fama y todo lo que la rodea; mientras que otros dicen que fue porque perdió mucho dinero en unas inversiones relacionadas con la mafia y pactó con el gobierno que si los denunciaba a todos se iría bajo el programa de protección de testigos, mientras la mayoría simplemente seguiría pensando que murió.
Es más, hasta hay quien dice que hoy en día seguiría vivo bajo el nombre falso de Jon Burrows o algún otro, un fantasmal personaje perseguido durante años por varios periodistas que creen en esta suposición de que “el rey” no ha muerto. La periodista Belkis Cuza Malé llegó a afirmar en un artículo en el Nuevo Herald que había visto documentos manuscritos facilitados por el FBI con la letra de Elvis pero datados en 1984, es decir, varios años después de muerto.
Según parece, dos horas después de su muerte, alguien con ese nombre y muy parecido físicamente a él, compró en efectivo por una elevada suma de dinero un billete a Buenos Aires, un seudónimo que ya había utilizado Elvis en vida y además bastante frecuentemente.
Más curioso aún fue el hecho de que la periodista Gail Brewer-Georgio escribió un libro titulado “Orion” en el que contaba la historia de un artista con varias identidades que montaba su falsa muerte y donde se contaban cosas muy parecidas a la vida de Elvis. Curiosamente, el libro tuvo problemas, fue retirado y al poco tiempo apareció un artista llamado Orion que tenía la voz casi igual que Elvis y que salió a escena enmascarado.