miércoles, 20 de junio de 2012

santos y vírgenes

Dentro de las iglesias cristianas es extraño comprobar cómo sólo la católica contempla la figura de los santos, personajes que –simplificando- en su vida han demostrado ser mejores cristianos que los demás. Como pasa en casi todos los aspectos de la iglesia católica son muy diferentes –aunque el “cargo” sea el mismo- los requisitos que hacían falta para ser santo hace unos siglos o ahora si bien son considerados a la misma “altura”.

Por poner un simple ejemplo, de los primeros 54 papas, 53 fueron santos (http://www.fuenterrebollo.com/faqs-numismatica/sumos-pontifices-1.html ) -debía ser realmente malo el que no lo fue, un tal Eleuterio- mayormente porque la mayoría murió martirizado. Esa norma ha llegado a nuestros días y se han beatificadoó (primer paso hacia la santificación) a varios religiosos muertos por sus creencias en la Guerra Civil española sin que se sepa si sus vidas fueron ejemplares o no. Vamos, que el “premio” se lo dieron gracias a la supuesta maldad de sus asesinos y no a la supuesta bondad de las víctimas.

Lo lógico sería que la iglesia obviara todos los santos (entre los que hay reyes por los que se sabe pagaron sus descendientes para conseguir tal “honor” por ejemplo) de los que no hay una constancia objetiva de su “vida de santidad” y desde luego eliminar el martirio (que no deja de ser una forma de morir y no de vivir) como sinónimo de santidad. Pero como la iglesia es muy poco lógica se siguen adorando a personas.

Lo más sorprendente de todo este tema es que es muy discutible que el adorar a alguien humano sea algo teológicamente compatible con la figura de Dios. Nunca en la Biblia se habla de adoraciones a personas y es más, durante los primeros años del cristianismo se consideraba herético nada que no fuera Cristo, Dios y/o el Espíritu Santo. Con el tiempo empezó el tema de las vírgenes que no deja de ser una absorción de creencias paganas y del gusto del gran público por el politeísmo de la Antigüedad y que ha derivado en nuestros días en auténticas supercherías que serían condenadas por los padres de la Iglesia: creer que San Cristóbal va a evitar que uno tenga accidentes en el automóvil o creerse que existen Vírgenes diferentes de María a las que adorar por su imagen, cual becerro de oro, y a las que sacan en procesión como si tuvieran un valor por sí mismas..

Además, rezar a determinado santo para que “interceda” ante Dios es no sólo de una simplicidad infantil enorme, es que además va en contra de la propia teología: el Dios católico no es una personas que está en un trono y al que se acercan consejeros a comentarle sobre sus allegados en plan rey rodeado de una camarilla. Creo que si la Iglesia se cree capaz de inmiscuirse en temas que le son ajenos como el nacionalismo, los anticonceptivos o el matrimonio civil de los gays debería antes establecer una coherencia en su doctrina, si Dios es todopoderoso, ¿a qué viene adorar a vírgenes y santos para que intercedan ante Él? ¿O es que el pedir algo directamente a Dios tiene menos influencia que si le pedimos a SAN PITO PATO que se lo pida por nosotros?

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