jueves, 18 de octubre de 2012

Preguntas


La Biblia señala (I Timoteo 2, 5) que “sólo existe un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”, sin embargo ¿Por qué se insisten en las homilías católicas en la intercesión de la Virgen y los santos?
 
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¿Cómo puede alguien defender aún –como hace la iglesia católica- que el sexo sólo debe tener intenciones procreadoras, cómo se explica que ocho mil terminaciones nerviosas se concentren en un diminuto punto -el clítoris-, qué se supone que debemos hacer, ignorarlo porque no tiene nada que ver con el aparato reproductor femenino, amputarlo como afirman algunos radicales africanos?
 
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¿Por qué nadie habla de las 500 mil mujeres que se prostituyen a diario en España ni por el aspecto social ni por el aspecto económico?, ¿Vamos a seguir ignorando el problema?
 
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Fijaos en esta curiosa anécdota real tomada de la web curistoria:
 
“En el siglo XVIII el Vaticano había prohibido cualquier copia escrita del Miserere de Gregorio Allegri, bajo pena de excomunión. Compuesto durante el papado de Urbano VIII (1630, aproximadamente) se utilizaba en algunas ceremonias en la Capilla Sixtina durante la Semana Santa. Como decía, se prohibió su transcripción a una partitura y su interpretación fuera de aquel lugar y servicios religiosos, bajo pena de excomunión, amenaza de mucho poder en aquellos tiempos. Según cuentan algunas cartas de la época, cuando Mozart tenía 14 años, visitó Roma y tuvo ocasión de escuchar aquella obra durante un oficio un Miércoles Santo. Después de la ceremonia, el prodigioso muchacho, escribió totalmente el Miserere en una partitura a partir de su memoria. Sólo lo había escuchado una vez y fue capaz de transcribirlo, pero volvió dos días después, Viernes Santo, para escucharlo de nuevo y corregir algunos pequeños fallos.
Después de un tiempo su copia se hizo pública y el Vaticano levantó la prohibición sobre la composición. Finalmente, no hubo excomunión e incluso el Papa alabó la capacidad de Mozart, que ya siendo un jovencito demostraba que la música tenía pocos secretos para él. Por cosas como esta nadie discute el “genial” que va siempre delante de Mozart.”
 
¿Y ahora nos quejamos de la SGAE cuando la iglesia católica amenazaba con la excomunión a quien copiara y/o interpretara una obra musical? ¡Pensar en la de gente que –como le pasa actualmente a muchos- pensaba que los que dirigían la iglesia entonces eran hombres santos!

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