Lord John Montagu, cuarto conde de Sandwich, fue un famoso aristócrata británico que nació en Westminster en 1718 y falleció en Londres en 1792. En 1744 fue nombrado segundo Lord del Almirantazgo Británico. En 1748 fue nombrado primer Lord del Almirantazgo. Como vemos, su carrera política fue de las más notables del país, pero paralela a su carrera su vida privada solía estar llena de escándalos de faldas y de partidas de cartas. Su afición a jugar a las cartas con mucho dinero sobre la mesa se convirtió en vicio insuperable, pasaba horas y horas sin levantarse, ni siquiera comía. Su criado le ponía la comida o la cena en mesa y allí se quedaba porque el conde no se levantaba, por lo que terminaba en la basura.Al final el cocinero, bastante harto de tirar la comida, en la madrugada del 6 de agosto de 1762 y viendo que su señor llevaba casi 12 horas sin probar bocado sentado en aquella mesa de juego, decidió probar suerte de otra forma. Tomó dos trozos de pan tostado y le puso dentro un trozo de filete.
El conde que, cómo no, tenía hambre, vio en aquello la solución ideal para no tener que levantarse a comer y dejar la partida, por lo que recibió aquello con mucha satisfacción. Al ver que por fin había acertado su criado, empezó a pedirle al cocinero más trozos de pan con carne dentro para que el conde comiera en días sucesivos. Otros aristócratas se apuntaron a la moda y así ese mismo año el historiador británico E. Gibbon comentó en su diario que la moda se imponía entre los nobles, incluso en las fiestas del rey empezaron a ponerse de moda comer sandwichs, como terminaron por llamarse con el paso del tiempo.
Varios años después la costumbre de Lord Sandwich se extendió de la nobleza al resto del tejido social británico y hasta la fecha.
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Se disputaba la primera fase en los juegos Olímpicos de Amberes de 1920 y la selección española de fútbol tenía un partido muy difícil con un equipo que entonces era muy fuerte, la selección nacional de Suecia. Eran tiempos difíciles y la selección española iba simplemente a aprender. De hecho, casi estuvo a punto de no ir por falta de dinero para pagarse el viaje. De hecho, fueron y volvieron de Amberes en un vagón de tercera en el tren. En el minuto 25 los suecos marcaban y se lo ponían difícil a nuestra selección porque ya de por sí el partido era muy complicado. El partido siguió y se pitó falta cerca del área a favor de España en el minuto 50. Cuando se disponía a sacar el jugador Sabino, otro jugador, Belaustre, decidió jugarse el todo por el todo y recurrir a la fuerza y gritó fuertemente hasta el punto de que fue escuchado por los periodistas: “¡Sabino, a mí el pelotón, que los arrollo a todos!” y se lanzó con toda su alma y fuerza a rematar de cabeza el saque de su compañero. El ímpetu fue tan enorme que arrolló a varios jugadores contrarios, hasta un total de seis, incluido el portero, que intentaban impedir el remate y se metió con balón y jugadores en la portería, la frase pasó a la historia.
Posteriormente se marcaba otro gol a falta de dos minutos para el final en el minuto 88 y el match terminaba con el resultado de España 2-Suecia 1, ante el delirio de los jugadores españoles. Los periodistas italianos conmovidos por las narices que le echó aquel jugador que sirvió de catalizador para la victoria denominó aquello el triunfo de la “Furia Roja” y desde entonces hasta la fecha se ha venido aplicando a la selección española de fútbol aquello de la furia.
España, entre cuyos jugadores estaba el mítico Pichichi, dio la sorpresa quedando subcampeona, ganando además de a Suecia a Dinamarca por 1 a 0, a Italia por 2 a 0 y a Holanda por 3 a 1 y perdiendo sólo con la propia Bélgica por 3 a 1.
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Abraham Lincoln: «Si yo tratara sólo de leer, no digamos ya de responder, todos los ataques que se me dirigen, no podría atender ningún otro negocio. Lo hago todo lo bien que sé y que puedo; y así pienso seguir haciéndolo hasta el final. Si me sale bien, lo que se haya dicho contra mí no importará. Tampoco importará que diez ángeles juren que yo tenía razón, si me sale mal»
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Se llaman blue chips a los valores más importantes de las bolsas, los de mayor capitalización y liquidez. La razón del nombre viene a que en los casinos americanos las fichas con mayor valor son las azules, por lo que en la bolsa (que según algunos no deja de ser otro casino) los grandes valores serían las fichas de ese color.
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Según cuenta el profesor José Antonio Marina, en los 50 hubo una plaga de ratas en los arrozales chinos. El gobierno quería luchar contra ella, pero en un territorio tan extenso resultaba prohibitiva una campaña de desratización. Tras mucho discutir se llegó a una conclusión. El pueblo chino era muy numeroso, más de 1.000 millones, así que si cada chino mataba a unas pocas ratas el problema podría quedar resuelto. Dicho eso, se fijó un presupuesto para dar una pequeña cantidad en metálico por las ratas muertas que cada uno pudiera presentar. El plan parecía perfecto, pero no funcionó.
Muchos de los chinos que cultivaban arroz vieron que les salía más rentable dejar de cultivar arroz y criar ratas en jaulas para matarlas y pedir la recompensa. Como dice Marina: ‘No tenían que estar preocupados ni por el agua, ni por el tiempo, ni por las plagas, ¡ni por las ratas!’.
A soluciones claras y sencillas, consecuencias imprevistas
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