martes, 31 de enero de 2012

Hidroplano

This is a picture from 1916 that shows a very early version of a hydroplane, designed to take off from and land on water. It is a Richardson Tandem Biplane. The picture was taken on the Potomac River.

jueves, 26 de enero de 2012

Mix

Cuenta una anécdota muy conocida que un buen día Napoléon tuvo que cambiar a uno de los guardias que componían su escolta personal y cuya única misión era ocuparse de que nadie pudiera atacarle a él personalmente. Como es lógico, el Emperador se tomaba muy en serio aquella labor por la cuenta que le traía, así que comentó entre los oficiales que había una plaza vacante y se dispuso a recibir a los candidatos personalmente.

Cuando había ya conversado con varios soldados, sin terminar de convencerle llegó uno de gran estatura. Además era de complexión muy fuerte, parecía una montaña humana, además tenía aspecto de ser el tipo más duro que había visto Napoléon desde hacía mucho tiempo. Impresionado por su aspecto físico, le dijo que sí podía aportarle pruebas de su valor, a lo que el candidato le dijo que se lo iba a demostrar en la práctica. Se quitó la guerrera y mostró un cuerpo con varias cicatrices de cuchillada que le cruzaban el torso al parecer provocadas en una pelea por cuestiones de honor con otro soldado, al margen de otras heridas de guerra.
Napoleón le dijo que le daría respuesta en unas horas sobre si era admitido. A continuación salió y ordenó a su ayudante que trajera de inmediato a quién le había dado las cuchilladas a aquella montaña humana porque lo quería en su guardia personal de inmediato.
Tiene mucha lógica aquella actitud de Napoleón, porque si le había impresionado tanto aquel soldado, cómo sería de valioso y valiente el que había sido capaz de enfrentarse a semejante rival y encima darle unas cuchilladas sobreviviendo al intento.

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Según el legendario secundario Kennedy, el mejor actor que ha visto nunca y con el que ha trabajado es Paul Newman. En un famoso documental sobre el guapo actor de ojos turquesa, Kennedy contó una anécdota que demuestra todo el genio de Newman. En la escena en la que Paul Newman se entera de la muerte de su madre en La leyenda del indomable, está tocando una especie de banjo. Al conocer la noticia su personaje se echa a llorar. Pues bien, la realidad es que Newman es un actor del método y lo lleva a rajatabla, tanto es así que dio clases de banjo para la toma y se le daba tan mal que de pura impotencia se puso a llorar. Eso no estaba en el guión pero gustó tanto que la se dejó así. Paul Newman llorando por la muerte de su madre con un banjo en las manos.

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Durante mucho tiempo (la costumbre no se abandonó hasta casi principios del siglo XIX), en varias ciudades de España se usaba una suculenta morcilla para impregnarla de estricnina y de forma cruel envenenar así a los pobres perros callejeros que era muy numerosos y extendieron en varias ocasiones la enfermedad de la rabia.
Así que sin saberlo, cuando le decimos a nuestro enemigo aquello de que le den morcilla, en realidad le estamos deseando la misma suerte que a los pobres canes de hace algunos siglos.

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Fue el Departamento del Tesoro y no el FBI el organismo responsable de enviar a Capone a Alcatraz. Ness trabajaba en Chicago para la Oficina de Prohibición del Tesoro, asignado al equipo encargado de la lucha contra el contrabando de alcohol y no al que rastreaba la evasión de impuestos de las bandas del crimen organizado en esa ciudad. Este otro equipo fue el que recabó suficientes pruebas para inculpar y procesar al famoso gangster. O sea que Ness y sus chicos tenían por única misión frustrar las actividades de contrabando de alcohol, utilizando cuando era preciso métodos tan violentos como los de sus enemigos, mientras que el otro equipo, integrado por técnicos y analistas financieros, debían hallar pruebas de fraude fiscal. Sin duda las acciones de los primeros llevaron a Capone a cometer errores que acabaron facilitando la labor de los segundos, pero lo cierto es que aquéllos fueron el brazo ejecutor de éstos, los auténticos cerebros de la operación.

jueves, 19 de enero de 2012

Extraterrestres

Según la mayoría de los científicos la aparición de vida en nuestro planeta procede de algún meteorito del exterior que trajo el primer germen de lo que luego sería la Evolución, así que sería certero decir que todos somos extraterrestres. Siguiendo esa misma teoría, y sabiendo como sabemos que hay más estrellas en el cielo que granos de arena en la Tierra, las posibilidades de vida en el universo son muy altas ya que estamos hablando de billones de planetas. A esto se suma que los científicos afirman que el universo se compone, básicamente, de los mismos elementos ya que todo procede de un origen común: el “big bang”. También los investigadores han demostrado que, al menos en nuestro planeta, la vida es capaz de surgir en medios muy hostiles luego esas posibilidades aumentan.

Pero una cosa es que la vida pueda existir y otra diferente que evolucione, algo que no es medible científicamente pues Darwin demostró que era el azar lo que impulsa la Evolución. Por otra parte, hace tantos millones de años que existe el Universo que es probable que la vida existiera y desapareciera varias veces en diversos sitios. Solamente las estrellas que han muerto y por lo tanto han eliminado todos los planetas que estaban a su alrededor deben ser billones.

 

No creo en cualquier caso que peque de optimista al afirmar que -por cálculos de probabilidades- es muy posible que haya no sólo vida en el Universo sino también vida evolucionada. Que esa evolución haya conducido a una forma de inteligencia es menos probable pero tampoco parece una barbaridad suponerlo. Que esa inteligencia se parezca a la humana ya es más complicado. En este planeta hay muchos animales con inteligencia; el ejemplo más claro es el delfín, pero el afán de superación ante las adversidades que ha provocado el desarrollo biológico de nuestro cerebro y la creación de herramientas para nuestra comodidad son únicos. Ignoramos si al cambiar sus condiciones de vida –exigiéndoles una motivación añadida como se supone tuvieron los homínidos con los cambios climáticos- y con millones de años otros animales desarrollarían una inteligencia como la nuestra.


Caso se ser así y que en algún lugar del Universo, o en varios, se hubiera desarrollado una forma de vida compleja con inteligencia para construir herramientas, tendría que ser capaz de evolucionar sin autodestruirse hasta un nivel tecnológico suficiente como para emitir señales o ser capaces de captarlas. Esta sería la única posibilidad de poder entrar en contacto con nosotros. Para ello es posible que, dadas las enormes distancias, aunque ya se hayan puesto en contacto con nosotros, su mensaje tarde generaciones en llegarnos…o nos llegue hoy mismo. Pensar que puede haber un contacto físico antes de una comunicación vía ondas de radio es prácticamente una quimera


Pensando con lógica, si llevamos alrededor de 50 años mandando ondas de radio al espacio y sabiéndolas captar podemos afirmar que la distancia mínima, si nos llegara hoy una respuesta, desde nosotros hasta la presencia física de quien ha recibido y descifrado el mensaje y nos ha devuelto alguna respuesta, está a unos 25 años de distancia a la velocidad de la luz. Pensando de un modo más “einsteniano” es posible que esa distancia fuera sólo de un par de años luz. En cualquier caso, parece evidente que no hay una tecnología tan desarrollada como la nuestra a menos de un año luz de distancia.


La conclusión es obvia: si existen seres inteligentes en el Universo es muy difícil que nos podamos comunicar con ellos pero lo triste es que es casi imposible que algún día contactemos físicamente. La única posibilidad que nos queda es que nuestra física esté equivocada. Es posible pero improbable, entra casi en el terreno de la fe.

martes, 17 de enero de 2012

Bodegones modernos

Quantcast Fuente: Geliografic Studio

jueves, 12 de enero de 2012

Mix

Porfirio Cristaldo Ayala: 

El capitalismo se remonta a la Edad de Piedra. Hace unos siete millones de años, nuestros ancestros, primates que vivían en las selvas de África, bajaron de los árboles, se adentraron en las planicies y comenzaron a andar erguidos. Ello les liberó las manos y les permitió fabricar herramientas, utensilios y armas para la caza. Estos rústicos instrumentos de piedra fueron el primer capital de nuestros antepasados, su primera riqueza: les permitió mejorar su nivel de vida, incorporar la carne a su dieta; y posibilitó que se les agrandara el cerebro.

Para el hombre primitivo, el mercado no era un sistema, sino parte inseparable de la naturaleza humana y la libertad individual. El ser humano no puede sobrevivir, como hacen otros animales, siguiendo sus impulsos instintivos y valiéndose de su fuerza, su velocidad, sus colmillos, sus garras. Debe observar, pensar y actuar. El instinto de supervivencia lo estimula a mejorar continuamente su situación. Y de ahí surge el mercado. Si el hombre no cuida de su persona, de su familia, de su tribu, si no produce y participa en intercambios productivos, podría perecer.

Las diferencias en el terreno de las aptitudes naturales permiten a los hombres la especialización. Unos son más hábiles como cazadores, otros como agricultores; los hay que crían animales y los hay que fabrican herramientas. Etcétera. Buscando mejorar su situación, los individuos intercambian pacíficamente sus productos, sobre la base, primero, del trueque y, luego, del dinero.

Desde tiempo inmemorial, el hombre sólo conoce dos formas de obtener los productos que necesita: mediante la producción y el comercio pacífico, lo que hoy conocemos como capitalismo, o mediante el uso de la fuerza y el robo de lo ajeno, comportamiento que define a los delincuentes y a los criminales. La colaboración pacífica en el mercado, donde se intercambian voluntariamente productos y servicios, a menudo resultó más conveniente que la guerra y el saqueo. Los vikingos, en sus expediciones marítimas, comerciaban con los pueblos bien defendidos y robaban a los indefensos.

La disyuntiva es similar en nuestros días. La gente puede obtener sus necesidades en el mercado (es decir, valiéndose del intercambio pacífico de bienes y servicios), o bien recurriendo al robo.


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Eduardo Montagut Contreras:
En nuestro país se hizo una quema pública de libros el día 30 de abril de 1939 en la Universidad Central de Madrid por iniciativa de la Falange. Se trató de un acto denominado "auto de fe", como si tratara de un auto de fe del Santo Oficio comparando el juicio a los condenados que luego serían quemados con una quema de libros escritos por los enemigos de España. Entre dichos autores enemigos estarían Sabino Arana, Lamartine, Freud, Marx, Rousseau, Voltaire, etc.
Como el acto debía tener un significado y una dimensión educativas asistió Antonio Luna, a la sazón secretario nacional de Educación. La prensa falangista publicó que con la quema se contribuía a la construcción de la España Una, Grande y Libre. Se condenaba a los libros lilberales, separatistas, marxistas, a los de la leyenda negra, a los anticatólicos, a los del enfermizo romanticismo, a los que propagaban el pesimismo, a los modernistas, a los cursis, a los cobardes, a los pseudocientíficos, a los malos, y a los chabacanos, todo en una mezcla. Llama la atención cómo la Falange se erigía en juez censor no sólo de los libros políticos o con ideas que, supuestamente, intentarían dañar a España, sino, también de la calidad y valores literarios.
Además, dicha prensa hacia una advertencia a los autores de los libros condenables en el sentido de que la juventud española tenía el valor de quemar dichos libros, y sin ningún tipo de remordimiento.


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El origen de la palabra capicúa según la revista Muy Interesante hay que situarlo en la palabra catalana, cap-i-cua (cabeza y cola). Josep Maria Garrut i Romà mantiene que la palabra nació en Barcelona a finales del siglo pasado. Así aparece en el Boletín de la Asociación Tucumana de Folklore (1955): “Se refiere a los números cuyo comienzo y final son iguales. Generalmente a los de 5 cifras, porque su origen deriva de los billetes de tranvía… La creencia popular es que el cap-i-cua trae buena suerte”.

miércoles, 4 de enero de 2012

Interesante artículo sobre el derecho a la propia muerte

Dudley Clendinen, escritor y periodista, tiene esclerosis lateral amiotrófica (ALS por su sigla en inglés), una enfermedad degenerativa terminal. Este año escribió de manera emotiva en The New York Times sobre cómo estaba disfrutando su vida actual y sobre su plan de ponerle fin cuando, como describió, "la música se detenga -cuando no pueda hacerme el nudo de la corbata, contar una historia divertida, sacar a pasear a mi perro, hablar con Whitney, besar a alguien especial o escribir líneas como éstas".
Un amigo le dijo a Clendinen que tenía que comprar un arma. En Estados Unidos, uno puede comprar un arma y meterse una bala en el cerebro sin quebrar ninguna ley. Pero si uno es una persona respetuosa de la ley que ya está demasiado enferma como para comprar un arma, o como para usarla, o si dispararse a sí misma no le parece una manera pacífica y digna de terminar con la vida, o si simplemente no quiere dejar un revoltijo que los demás tengan que limpiar después, ¿qué tiene que hacer? No le puede pedir a otro que le dispare y, en la mayoría de los países, si le dice al médico que ya tuvo suficiente y que le gustaría que lo ayudara a morir, le estaría pidiendo que cometiera un crimen.  
El mes pasado, un panel de expertos de la Royal Society of Canada, presidido por Udo Schüklenk, profesor de bioética en la Universidad de Queens, dio a conocer un informe sobre la toma de decisiones al final de la vida. El informe ofrece un sólido argumento para permitirles a los médicos ayudar a sus pacientes a morir, siempre que los pacientes sean competentes y soliciten libremente ese tipo de asistencia.
La base ética del argumento del panel no es tanto evitar el sufrimiento innecesario de los pacientes terminales, sino más bien el valor central de la autonomía individual o la autodeterminación. "La manera en que morimos", concluye el panel, "refleja lo que creemos que es importante tanto como las otras decisiones fundamentales de nuestras vidas". En un estado que protege los derechos individuales, por lo tanto, decidir cómo morir debería reconocerse como un derecho de ese tipo.  
El informe también ofrece un análisis actualizado sobre cómo la asistencia por parte de los médicos para poner fin a la vida está funcionando en los "laboratorios vivientes" -las jurisdicciones donde es legal-. En Suiza, así como en los estados norteamericanos de Oregon, Washington y Montana, la ley hoy permite a los médicos, a pedido, ofrecerle a un paciente terminal una receta para un medicamento que provocará una muerte en paz. En Holanda, Bélgica y Luxemburgo, los médicos tienen la opción adicional de responder al pedido de un paciente de darle una inyección letal.
El panel examinó informes de cada una de estas jurisdicciones, con excepción de Montana (donde la legislación de asistencia para morir recién se creó en 2009, y aún no existen datos confiables). En Holanda, la eutanasia voluntaria representó el 1,7% de todas las muertes en 2005 -exactamente el mismo nivel que en 1990-. Es más, la frecuencia de poner fin a la vida de un paciente sin un pedido explícito del paciente se redujo a la mitad durante el mismo período, de 0,8% a 0,4%.
De hecho, varias encuestas sugieren que poner fin a la vida de un paciente sin un pedido explícito es mucho más común en otros países, donde los pacientes no pueden pedirle a un médico en el marco de la ley que termine con sus vidas. En Bélgica, si bien la eutanasia voluntaria subió de 1,1% de todas las muertes en 1998 a 1,9% en 2007, la frecuencia de poner fin a la vida de un paciente sin un pedido explícito cayó de 3,2% a 1,8%. En Oregon, donde la Ley de Muerte con Dignidad entró en vigencia hace 13 años, la cantidad anual de muertes asistidas por un médico aún no llegó a 100 por año, y el total anual en Washington es inclusive más bajo.
El panel canadiense, en consecuencia, concluyó que existe una evidencia sólida para refutar uno de los grandes temores que quienes se oponen a la eutanasia voluntaria o a la muerte asistida por un médico suelen expresar -que es el primer paso en una pendiente resbaladiza hacia una matanza médica más generalizada-. El panel también detectó otras varias objeciones inadecuadas a la legalización y recomendó que se modificara la ley en Canadá para permitir tanto el suicidio asistido por un médico como la eutanasia voluntaria.
Las encuestas demuestran que más de las dos terceras partes de los canadienses apoyan la legalización de la eutanasia voluntaria -un nivel que se mantuvo estable durante varias décadas-. De modo que no sorprende que el informe recibiera un fuerte respaldo en los medios canadienses dominantes. Lo que resulta más desconcertante es la fría respuesta de los partidos políticos del país, que en ningún caso manifestaron la intención de apoyar una reforma de la ley en esta materia.
Existe un contraste similar entre la opinión pública y la (in)acción política en otras partes, como por ejemplo el Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda y varios países de Europa continental. ¿Por qué, cuando se trata de morir, las instituciones democráticas suelen no traducir lo que la gente quiere en legislación?
Sospecho que, por sobre todas las cosas, los políticos de los partidos mayoritarios les temen a las instituciones religiosas que se oponen a la eutanasia voluntaria, aunque los creyentes individuales por lo general no siguen las opiniones de sus líderes religiosos. Las encuestas realizadas en varios países demostraron que una mayoría de los católicos romanos, por ejemplo, apoyan la legalización de la eutanasia voluntaria. Aún en Polonia, un país fuertemente católico, hoy hay más gente que respalda la legalización de la que se opone a ella.
Como sea, las creencias religiosas de una minoría no deberían negarles a individuos como Dudley Clendinen el derecho de poner fin a sus vidas de la manera que ellos elijan.
Peter Singer es profesor de bioética en la Universidad de Princeton y profesor laureado de la Universidad de Melbourne.