*-*
@Remo_: De mayor quiero ser
mileurista como el Cardenal Rouco Varela o como alguno de los
múltiples ministros de la Iglesia.
Según
las palabras del arzobispo de Madrid,
su sueldo asciende a 1.160
euros. Pues bien, aquí o Rouco Varela omite deliberadamente parte de
su salario, o
está omitiendo partidas muy cuantiosas que deben tributar
en el IRPF, porque faltan
retribuciones en especie.
Os explico
cómo funciona todo esto:
Actualmente, muchos miembros de la Iglesia católica, tienen a su disposición
vivienda cedida por la Conferencia Episcopal o por la diócesis en la que
presten su ministerio, desde el mismísimo Rouco Varela a todos los Obispos.
Esto no es ninguna novedad, dado que también el Presidente del Gobierno, el
Rey, presidentes autonómicos y ministros,
gozan de “vivienda pagada por
la empresa”. Pero el caso es que cara a Hacienda, se supone que todos
los ciudadanos somos iguales, y claro, la Ley del
IRPF
considera que
las viviendas cedidas tributan en especie en la
declaración de la renta a
razón del 5% ó 10% del valor catastral de cada inmueble.
Pues ya que hablamos de fraude, sería muy interesante
comprobar las
tributaciones en especie en el IRPF
del mileurista Rouco Varela y sus obispos que viven en los palacios
episcopales, la tributación de los moradores de Moncloa, dígase por ejemplo
Rajoy y su familia, la tributación de la Familia Real y el uso y disfrute de El
Pardo o la tributación que tienen algunos ministros que usan viviendas
oficiales por seguridad. Sobre seguridad de estos altos cargos y viviendas
oficiales, perfecto, no lo vamos a discutir, pero
el IRPF no entiende de diferencias por rango
político, eclesiástico o militar en el puesto de trabajo.
Y en esta misma tesitura, nos encontramos con
los vehículos
oficiales o de empresa puestos a disposición de sus usuarios, en los
que en todos los casos
existen
imputaciones en especie en el IRPF, tanto por el propio vehículo, como por
los consumos que dicho desplazamiento puede crear. Si en las empresas que no
gozamos de la protección divina o electoral, nos vemos obligados a tributar por
los rendimientos en especie de viviendas o vehículos, que tributen todos estos
“presuntos defraudadores” primero.
Es muy fácil declararse mileurista con casa pagada, viajes y vehículo a
cargo de empresa, mesa puesta cada día, seguridad personal y una
VISA para que no haya problemas para llegar a final de mes. Y
lo mejor de todo, que esa empresa, sea opaca en los impuestos que paga. Ya lo
dijo Jesús hace casi 2.000 años
“A Dios lo que es de Dios y al César lo
que es del César”, que muchos ministros de Dios, se les está olvidando
por completo el tributo del César.
*-*
*-*
Joseph Weil nació en Chicago, y es conocido por su apodo “Yellow Kid”.
Nuestro protagonista llevó a cabo un buen número de estafas, con una más que
buena rentabilidad en general. Y entre estas, le corresponde el honor de ser el
inventor del timo conocido como “el telegrama”. A comienzos del siglo pasado
las apuestas sobre las carreras de caballos eran legales en EEUU. Se solían
hacer en locales preparados para tal fin y los que los resultados de las
carreras se recibían por telegrama desde la Western Union.
El timo
diseñado por Weil comenzaba con la selección de una víctima que fuera lo
suficientemente rico, ambicioso y confiado. Se le explicaba cómo gracias a un
contacto en la Western Union era posible saber el resultado de la carrera unos
minutos antes de que este fuera transmitido a la sala de apuestas. Así, se
podría apostar sobre seguro y ganar un buen puñado de dólares.
Teniendo en
cuenta hasta el más mínimo detalle, Yellow Kid organizó el timo en Chicago,
preparando en un hotel un salón de apuestas y contratando a unos 100 actores, a
los que explicó que aquello era una prueba para una obra de teatro. Cuando
llegó el mensaje con el resultado, unos minutos antes de que fuera hecho
público en la sala, la víctima fue a hacer la apuesta con el resultado en su
poder, pero hábilmente interferido fue incapaz de hacerlo. Sin apuesta, no
había beneficio, pero el timo estaba en que el contacto en Western Union, así
como algún otro involucrado, querían cobrar ya que habían hecho su trabajo. La
víctima por lo tanto, pagaba finalmente.
En cualquier
caso, como los resultados cuadraban y la víctima seguía convencido de que el
método era una apuesta segura, pagaba y esperaba una siguiente oportunidad
*-*
*-*