martes, 12 de marzo de 2013

Mix



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Remedios Morales: Cualquier gorila invierte un minuto en el coito; el chimpancé pigmeo, quince segundos, y los chimpancés comunes, siete segundos. Sin embargo, los orangutanes, ahí donde los tenéis, emplean un cuarto de hora, quizá porque en Sumatra y en Java no tienen depredadores y los otros machos andan cada uno a lo suyo. Al contrario de lo que sucede con los animales, es dudoso que exista algo así como una duración biológica del coito humano. 

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Linus Pauling nació en febrero de 1901 en los Estados Unidos y sus trabajos como químico le llevaron a ganar el premio Nobel de esa especialidad en el año 1954. El trabajo merecedor de dicho galardón describía la naturaleza de los enlaces químicos. Un premio Nobel ya es para sentirse orgulloso, es más de lo que muchos sueñan y de lo casi todos merecen.

En el año 1962, Pauling trabajó para concienciar y abogar contra las pruebas nucleares terrestres, y por este motivo fue galardonado de nuevo, en este caso con el Nobel de la Paz. Con este segundo galardón, se convirtió en la única persona que ha conseguido dos Nobel individuales, ya que hay algunos, como Marie Curie, por ejemplo, que también tienen dos premios, pero alguno de ellos compartido con otros. Por cierto, Marie Curie, además de ser la primera persona en tener dos, es única en el sentido que su marido y su hija también fueron premiados.

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Un buen blog de fotografía http://www.vintag.es/

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Jorge Alcalde:

La relación entre los animales y las catástrofes sísmicas es un viejo tópico de la ciencia. Los anales recogen, por ejemplo, que en el año 373 antes de Cristo los perros, las ratas y las culebras abandonaron repentinamente la ciudad griega de Hélice un par de días antes de que un terremoto devastara el lugar. Desde entonces, el ser humano ha tratado de descifrar qué mensajes ocultos emiten otros seres vivos ante la inminencia de un desastre natural.

Desde 1970, el Servicio de Investigación Geológica de Estados Unidos ha realizado varios experimentos en esa dirección. Ninguno ha arrojado resultados concluyentes. A pesar de todo, la casuística, el anecdotario particular de cada desgracia, no deja de dar noticias que avivan el misterio. Ha ocurrido ahora en Chile, ocurrió en Sumatra en el tsunami de 2004, sucedió en Japón en 2003, cuando un médico local sorprendió a la comunidad científica con un catálogo de ladridos que los perros sólo emiten en situaciones de peligro sísmico inminente (su estudio no ha sido validado posteriormente). También ocurrió en China en 1973, cuando las autoridades de Haiecheng decidieron evacuar la localidad a pesar de no tener registros sismográficos adversos sólo porque los perros se estaban volviendo locos. Tres días después, un terremoto asoló la zona pero la población se salvó al completo. Andando el tiempo se descubrió que los técnicos de Haicheng habían utilizado en realidad registros de vibraciones de la corteza terrestre emitidos por los sismógrafos y acudido al comportamiento errático de los animales como arma persuasiva que esgrimir ante la ciudadanía.

Lo más probable es que, en realidad, los perros y otras bestias reaccionen de maneras muy variadas a estímulos de distintas intensidades (hambre, estrés, frío, etc.). En la mayor parte de los casos, las variaciones de comportamiento fuera del patrón habitual pasan inadvertidas. Sólo cuando un desastre nos conmueve y obliga a buscar una explicación, nuestra memoria nos devuelve aquel ladrido, aquel movimiento incontrolado, aquella galopada inusual… y el cerebro hace el resto: ideando una relación causa efecto que en realidad no existe. 

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Hay veces que los fuegos duran mucho, incluso hay incendios que duran décadas. Y si no vean esta cita de la Wikipedia en la que se cuenta la curiosa historia de un pueblo de EEUU, Centralia, hoy un pueblo fantasma tras un muy largo incendio:

Un fuego fue encendido en el basurero de la ciudad dentro de una fosa de una mina abandonada, en la parte sudeste de Centralia en 1962. El fuego encendió en llamas una vena expuesta de carbón, y se esparció por todas las minas situadas debajo del pueblo. Varias veces se intentó aplacar el fuego sin resultado alguno. Siguió quemandóse entre los años 1960 y 1970. Durante este tiempo, varias personas se vieron afectadas en su salud a causa del monóxido de carbono producido por el siniestro.

En 1979 la gente se dio cuenta de la magnitud del problema cuando el propietario de una gasolinera, de casualidad, insertó una vara dentro de uno de los tanques subterráneos para verificar el nivel de combustible. Cuando la retiró estaba caliente, entonces bajó un termómetro amarrado a una cuerda y se sorprendió al descubrir que la temperatura de la gasolina en el tanque era de 78°C. Poco tiempo después de este incidente la atención hacia el fuego incrementó.

En 1981, Todd Domboski de 12 años, cayó dentro de un pozo que de pronto se abrió bajo sus pies. Fue rescatado tiempo después, se estimó que el pozo tenía decenas de metros de profundidad. El suceso atrajo la atención de todo el país hacia Centralia, y en 1984 el Congreso de los Estados Unidos asignó más de 40 millones de dólares para la reubicación de personas. La mayoría de los residentes aceptaron la indemnización y se mudaron a los pueblos vecinos de Mount Carmel y Ashland.

Unas cuantas familias optaron por quedarse, a pesar de las advertencias de los oficiales del estado. En 1992 el estado de Pennsylvania expropió todos los inmuebles del municipio. Una subsecuente batalla legal en contra del gobierno fue iniciada por los residentes, sin éxito.

Lo curioso es que el incendio de las minas de carbón que hay por debajo del pueblo se calcula que puede durar otros 250 años más… ahí es nada…

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El escritor Robert Graves, inglés, y autor de la archifamosa y archiaplaudida novela “Yo, Claudio”, luchó en la Primera Guerra Mundial, en el terrible frente occidental. En sus memorias describe cómo los soldados, en las trincheras, se procuraban el agua caliente para el té, como buenos ingleses.

El equipo de soldados de las ametralladoras conseguía el agua en su punto disparando y disparando munición sin ningún objetivo concreto, sencillamente apuntando a las líneas enemigas. Después de un ratito de disparos, el agua que usaba el arma para su refrigeración comenzaba a hervir y entonces era el momento de prepara el té. Un pequeño lujo en las trincheras. Supongo que este método era una alternativa al fuego, por la lluvia o el barro de las trincheras.

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