jueves, 27 de octubre de 2011

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Qin Shi Huangd, primer Emperador de China decidió en elsiglo VII antes de Cristo construir una gran obra defensiva para protegerse de los peligrosos ataques de los mongoles y de los hunos. Durante muchos años se siguió construyendo aquella obra que se llamaría la Muralla China y que sería calificada como una de las maravillas de la humanidad. Poco a poco se iban completando sus 5.000 kilómetros (según el gobierno chino son 8851,8 kilómetros), y no se acabó hasta el sigo XVII, es decir nada menos que 24 siglos costó terminarla.
10 m de altura, 8 m de espesor en la base, y se reduce hasta aproximadamente 5 m en la parte superior, 25 000 torres en su parte principal y otras 15 000 torres separadas de la muralla principal.
Por supuesto, para hacer todo aquello se utilizó a multitud de esclavos, dicen los expertos que casi el 20 por ciento de la población de China de la época participó de una manera u otra en la construcción de la muralla. El trato que se daba a los esclavos era horrible, se cuenta que si veían que en el trozo de muro responsabilidad de una cuadrilla quedaba el más mínimo orificio, directamente les decapitaban y emparedaban sus cuerpos dentro de la muralla.
Pero lo curioso es que aunque esta construcción además de para uso militar también se usaba como un excelente medio de transporte, ya que por la parte alta había un pasillo por donde se podía cabalgar, desde luego los fines defensivos eran clave. Como decía, lo curioso es que cuando por fin se terminó, los enemigos del Imperio habían desaparecido por lo que después de tanto sacrificio ya no servía para nada y de hecho algunos chinos se llevaron piedras de la muralla de recuerdo a casa.

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Todos los días se envían 291.000 millones de e-mails en todo el mundo, casi el 90% no deseado. En 2010 circularon por Internet cerca de 107 billones de e-mails, según cálculos de la compañía sueca Pingdom, especializada en el estudio de la Red. En contraste, ese mismo año, los usuarios compartieron 30 billones de mensajes, imágenes o vínculos en Facebook; mientras que en Twitter se enviaron 25 billones de tuits.

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Investigadores de la Universidad de Newcastle han llegado a un gran descubrimiento científico: de todas las recetas caseras contra la resaca, la mejor es el sandwich de bacon. El mecanismo químico es doble. Por un lado, un alimento tan contundente acelera el metabolismo, con lo que el alcohol se quema con mayor rapidez. Y por otro, los carbohidratos del pan y las proteínas del bacon se transforman en aminoácidos esenciales, que le hacen a uno sentirse bien.

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Robert K. Merton, el padre de la moderna sociología de la ciencia, bautizó con el nombre de “efecto San Mateo” el hecho de que los investigadores científicos eminentes cosechan aplausos mucho más nutridos, que otros investigadores, menos conocidos, por contribuciones equivalentes .Por ejemplo, si un autor famoso F colabora con un desconocido D, en un trabajo hecho casi exclusivamente por D, la gente tiende a atribuirle todo el mérito a F. Por cierto, el maestro le hace un favor al aprendiz al firmar juntamente un trabajo: lo lanza. Pero, se hace así mismo un favor mayor, porque la gente tenderá a recordar el nombre del maestro, olvidando el de su colaborador. Si un premio Nobel dice una gansada, ésta aparece en todos los periódicos, pero si un oscuro investigador tiene un golpe de genio, el público no se entera.
De hecho, algunos científicos famosos han probado la experiencia de intentar publicar artículos en revistas bajo seudónimos sin dar pistas sobre su personalidad, y en su mayoría han sido rechazados, cuando los presentaban con su famoso nombre eran aceptados de inmediato.

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La historia de la corbata se remonta a unos cuantos cientos de años. El origen más claro se data en 1.660, en la contienda entre el regimiento Croata y los Turcos. Este regimiento (parte del imperio Austro-Húngaro), en una de sus visitas a París en el que se presentaban como héroes ante su Majestad Luis XIV (conocido por su gusto por el buen vestir y los pañuelos), los oficiales llevaban al cuello unos pañuelos de colores.
Estos pañuelos de colores se cree provienen de los oradores Romanos. Se ponían en el cuello para calentar y cuidar sus cuerdas vocales. Tanto gustaron a Luis XIV que diseñó para el regimiento real un pañuelo con la insignia Real y al que denominó Cravette, proveniente del vocablo Crabete, que significa Croata. Al regimiento se le conoció como el Royal Cravette.
Pronto la idea se extendió y cruzó el canal haciéndose un hueco en Inglaterra. Al principio no era muy corriente ver a la gente con un trozo de tela al cuello, pero la idea iba cuajando poco a poco.
En un principio se vestían todo tipo de tejidos y estampados. Y no existían patrones determinados para tal prenda que se podían ver, incluso, con borlas y cordones y de múltiples tamaños. Las primeras corbatas eran todas de importación.
A principios del siglo XX Europa comienza a fabricarlas. Aunque muchos historiadores predecían la desaparición de la corbata (no tenía sentido llevar un “trozo” de tela al cuello), la corbata perdura hasta nuestros días. La corbata pasó a ser un signo distintivo entre las clases más acomodadas

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